sábado, 30 de septiembre de 2017

Un año en una escuela del distrito 20 de París

Estuve entre poner una canción o poner una película, porque no encontraba un cuadro que me hablara del tema elegido para este mes, maestros. Pasó por mi mente escribir sobre Another brick in the wall, de Pink Floyd, pero luego me desanimé (a lo mejor hay otra oportunidad para usarla en el futuro).

Y recordé esta película francesa, "La Clase" (Entre les murs, Francia, 2008) dirigida por Laurent Cantet y basada en la novela autobiográfica de François Bégaudeau (2006).

Póster de la película.
Tomado de http://www.imdb.com/title/tt1068646/mediaviewer/rm1056806144

Laurent filma la película casi como un documental, pues el mismo Bégaudeau hace el papel principal, François Marin, profesor de secundaria de una escuela multicultural en París. Una escuela de barrio, con estudiantes hijos de inmigrantes, con problemas de todo tipo, con actitudes y posturas de parte de estudiantes y docentes. Todo muy normal en ese contexto.

No hay historias de salvación ni redención, tan sólo historias reales, de adolescentes pero niños, que se cruzan con este profesor que no quiere ser perfecto pero tampoco quiere dejar de dar lo más que pueda. Como leí en un comentario del site IMDB, "no hay héroes, sólo gente que quiere hacer bien su trabajo".

Las escenas se suceden, y es la relación que entablan docente y estudiantes lo que atrapa, lo común de la misma, porque se no puede caer bien a todo el mundo, ni se puede tener siempre un día bueno, y si un estudiante tiene una mala actitud, también reaccionará el docente cuando se le agota la paciencia. Escenas de irreverencia, de alegría, de situaciones incómodas. ¿Qué puede hacer un profesor al saber que uno de sus estudiantes puede ser deportado? ¿Debe hacer algo? ¿Qué hacer cuando quiere darles herramientas para desarrollar su potencial pero ellos sólo ven el trabajo que no quieren hacer? Algunas situaciones se resuelven para bien, otras quedan sin resolver, no siempre se gana.

Al final del año, ánimos más calmados, todos reflexionan y dicen si algo han aprendido ese año, y el balance es positivo, incluso en la sinceridad de una muchacha que dice que no, no ha aprendido nada.
Y se van todos a jugar fútbol, que es algo que tienen en común.

Laurent y Bégaudeau nos muestran a los maestros en su realidad, con virtudes y defectos, haciendo lo mejor posible para cada estudiante, incluso a pesar de la actitud de los mismos. Y aspirando al menos, a haber sembrado una semilla de curiosidad y deseo de superación en ellos.

Es así que veo a varios profesores de mi vida escolar y universitaria. A ellos les agradezco haber prendido una chispa de curiosidad en mí, chispa que me permitió salir de mi burbuja confortable para conocer más. Y así veo también mi labor docente, si al menos un estudiante sale entusiasmado con algo de lo que pude compartir con ellos, y eso le da curiosidad y lo motiva a seguir adelante, a buscar más, a ser mejor, puedo decir que valió la pena.


miércoles, 27 de septiembre de 2017

La Enseñanza y el Dolor también existen.


Edouard Manet
Berthe Morisot with a Bouquet of Violets. (1872) Musée d’Orsay. Paris
Source: Wikipedia  2617 x 3552
Google Art Project.

El tema de este mes es maestros y, siendo yo una, es sin duda sensible hablar de lo que uno trata de lograr y de lo que aprende en ese proceso que es intentar contagiar nuestra pasión por lo que nos apasiona.  Y, precisamente por eso he elegido hablar de una historia de amor clandestina, y, por lo mismo,  poco conocida que  también es una historia de maestro y discípula.


Edouard Manet (1832-1883) es probablemente el más grande precursor de aquel movimiento que, a partir de un cuadro pintado por Claude Monet  (1840-1926), expuesto en el estudio del fotógrafo Nadar (1820-1910) en Abril de 1874,  daría nombre a uno de los movimientos más formidables de todos los tiempos: El Impresionismo.

Impression Soleil Levant (1872) Musée Marmottan, Paris

El único espacio para exhibir en el París de aquel entonces era el Salón Oficial que rechazaba constantemente los cuadros de este círculo de pintores que estaba tratando de marcar un nuevo camino en el arte.

Manet y Berthe Morisot (1841-1895), cuyo retrato abre esta entrada,  provenían de entornos similares y las familias frecuentaban el mismo círculo. Se conocieron en 1867 en el Louvre mientras ambos seguían aprendiendo a pintar copiando a los grandes maestros. Manet llevaba ya algunos años casado con Suzanne Leenhof (1829-1906) una pianista holandesa a quien su padre, Auguste, había contratado para que les diera clases a él y a sus hermanos. Nuevamente hablamos del tema de enseñar. Se sospecha que, además de haber sido amante de Manet, lo habría sido también de su padre,  quien se piensa pudo ser el padre del hijo que Suzanne tuvo fuera del matrimonio. Manet solo se casa con ella en 1863, un año después de muerto su padre y se piensa que fue más bien por un instinto de protección a la mujer  con la que vivía desde  hace algún tiempo

Berthe y sus hermanas tomaban clases de pintura en un taller para señoritas de la alta burguesía parisina. Jeffrey Meyers  relata que al descubrir el talento de Berthe, el profesor se acercó a su madre a decirle que si su hija persistía en considerar a la pintura como un oficio, sufriría mucho, y, precisamente  eso fue lo que ocurrió.

Cuando Berthe y Manet se conocen, surge un amor apasionado y secreto que se mantuvo a lo largo de muchos años. Berthe fue la alumna secreta de Manet y aprendió de él muchas lecciones que puso en práctica en su pintura pero nunca logró convencerlo que exhibiera en alguna de las ocho exposiciones impresionistas que se dieron entre 1874 y 1886. Manet sentía que al hacerlo se cerraba una oportunidad en el Salón Oficial donde sí logró que algunos de sus cuadros fueran aceptados.
Manet tuvo otra alumna en su taller, Eva Gonzalès (1849-1883) a la que Berthe parece haberle tenido muchos celos.

Sin embargo, la persona a la que más pintó Manet, fue a Berthe, hizo doce  cuadros en los que aparece  ella, incluso cuando ya se había casado con su hermano. Cuando Manet se da cuenta que ya Berthe tiene más de treinta años, le pide que se case con su hermano Eugène, en 1874, para no perderla para siempre.  La huella que dejó Manet en Berthe fue muy profunda y las heridas quedaron abiertas. A la  temprana muerte de Edouard, a los cincuenta y un años,  fue Berthe la que dedicó todas sus energías a consagrar con una exposición póstuma la fama de su maestro, Manet, como el gran precursor del Impresionismo y uno de los artistas más sólidos y formidables  del siglo XIX.

La enseñanza no tiene por qué ser dolorosa, ser maestro es más bien gratificante y profundamente enriquecedor y es por eso que la historia de Berthe Morisot y su maestro Edouard Manet es tan triste como la del escultor Auguste Rodin (1840-1917) y su alumna y discípula Camille Claudel (1864-1943) que termina su vida en un asilo enloquecida por la ausencia de Rodin en su vida. Una historia que se da en todos los ámbitos, persistir y perseverar en lo que a uno le apasiona, en nuestro caso  la enseñanza, sin duda es un camino en el que uno siempre seguirá aprendiendo y en el que el dolor también puede ser un componente. 

lunes, 18 de septiembre de 2017

El maestro y la luz

Georges de la Tour tiene una producción variada, en temas y técnicas. No disfruto el color plano de obras como "La trampa del as de espadas" (ca. 1620), o las miradas artificiales en caras que parecen modeladas en cera de "Los jugadores de dados" (1651) o "Cristo recién nacido" (1645-48).

Pero en "José, el Carpintero" (ca. 1645), De la Tour se convierte en el maestro de la luz, al tomar como tema a un maestro, José, enseñando el oficio a un pequeño Jesús que ilumina la acción con una bujía.

En clase no le presté atención. Descubrí este cuadro un tiempo después, caminando a toda velocidad por el Louvre, en busca de la Victoria de Samotracia o alguna otra pieza emblemática. Y de pronto la luz de "José..." me llamó.

Georges de la Tour - San José Carpintero
Louvre
(upload.wikimedia.org)

Este cuadro, junto con "Cristo recién nacido" y muchos otros pertenece a un conjunto de obras tenebristas del pintor. El juego exagerado de la luz logra claroscuros artificiales, acentúa la acción y, en muchos casos - he aquí mi crítica - da a las figuras un aire irreal. En este cuadro eso parece suceder con el rostro del pequeño Jesús.

Pero esa irrealidad se compensa con creces en la iluminación de la frente de José, los brazos en tensión, la ropa, la luz a través de la mano extendida del niño. Y, como centro de la composición, el oficio, el acto de hacer, pero también el acto de mostrar.

Me gusta pensar que en la distribución de la luz hay una metáfora del maestro como aquella figura que echa luz sobre las cosas. Ilustra. Ilumina. Y es también bonita la lectura del oficio como algo cotidiano, lleno de texturas - la viruta, las herramientas, las astillas - que se hacen casi poéticas a la luz de la acción.

En una muy, muy, muy libre asociación de ideas, este cuadro me hace acordar a otro carpintero y a otros maestros. Ya no se trata de una gran obra de arte de un maestro ilustre en uno de los grandes museos del mundo. Se trata de un comercial de televisión de 1985.


Puede que sea irreverencia juntar dos cosas tan distintas en un mismo escrito. De todos modos, creo que el hilo conductor está ahí.

Ambos ejemplos muestran la cotidianeidad de enseñar, la magia del oficio, y la luz que cae sobre la acción, la motivación en el aprendiz.

Desde mi rol de maestra, es esto a lo que aspiro.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Aspiraciones de una maestra


Habiendo llegado a setiembre, ¡cómo pasa el tiempo!, me toca introducir un nuevo tema: maestros.

Evidentemente, en el hemisferio Norte, este es un tema pertinente y actual porque setiembre es el mes de inicio de clases, en todos los ámbitos académicos.

A pesar del mes, de la pertinencia del tema y del hecho que soy profesora, la verdad, estaba un perdida por el tema pero, por esas coincidencias de la vida, me llegó el mensaje de una querida amiga y colega, Milagros Antezano, recomendándome un filme, Words and Pictures. La película toca muy de cerca el tema de la educación. Como en todo buen guionista, Gerald di Pego, trata diferentes aspectos de la vida de los protagonistas: Jack Marcus (Clive Owen) y Dina Delsanto (Juliette Binoche). Desde mi punto de vista, uno de los más remarcables es el de su labor de maestros; sobre todo en el caso de Jack, si me lo preguntan.


Como ustedes saben, el objetivo de este blog es ofrecerles bocadillos de arte; sin embargo, mi idea no es aproximarme al filme con espíritu de crítica al séptimo arte, nada más lejos de mi mente. En realidad, hay otro matiz artístico en este drama que me atrae más, el arte de la enseñanza. Sí, el arte de ser maestro. Una breve valoración de cómo este arte se presenta en el filme es lo que propongo ofrecerles.  

Words and Pictures no es precisamente una cinta de estreno, fue presentada por primera vez en el TIFF (Toronto International Film Festival) en el año 2013.[1]  

En resumidas cuentas, el drama cuenta la historia de dos profesores que enseñan en un colegio americano secundario exclusivo y, académicamente hablando, muy exigente.  Dina es profesora de arte y Jack enseña literatura. Una serie de eventos e intercambios verbales los llevan a realizar una competencia en la cual los estudiantes, guiados por sus respectivos profesores, deben resolver cuál entre estos dos instrumentos de comunicación es más importante, eficiente y demanda mayor creatividad: las palabras o las imágenes. 

Indudablemente, el trabajo tanto de Binoche como de Owen es extraordinario. Sin entrar en pormenores, para no arruinarles la visita con el largometraje,[2] la dedicación y pasión exteriorizada por los personajes en el desarrollo de su profesión, son evidentes. Estas cualidades son importantes pero hay otros componentes que hacen un buen maestro. Así es que todo muy bien con la cinta pero yo sigo con mis trabas para verbalizar lo que intuyo hace de estos personajes buenos maestros.

Pero, ¡soy una suertuda!, porque poco después me encontré en Twitter con una publicación interesante de un tal Brian Taylor, a quien no conozco. Decía: “Acabo de colgar esto en mi puerta. Un poco aterrador pero si quiero crecer, tengo que estar dispuesto a incomodarme…”.[3]

#Obsérvame
¡Bienvenido! Por favor, entra y obsérvame. Me gustaría recibir 
retroalimentación sobre lo siguiente:

-    ¿Mi comunicación con los estudiantes promueve autoeficacia?[4]
-    ¿Mis estudiantes están involucrados y son capaces de ofrecer 
explicaciones adecuadas sobre lo que estamos haciendo en clase?
-   ¿Cómo puedo mejorar el ambiente en mi clase para estimular en los estudiantes 
el deseo de hacerse cargo de su aprendizaje?

       Aquí les incluyo el original:


Casi por reflejo, la compartí a través de mi muro en FB para que lo leyeran mis colegas porque me pareció que las preguntas que posa Taylor son parte esencial del arte de enseñar; sigo pensando igual. 

Indudablemente,  bajo la dirección de Fred Schepisi, Owen y Binoche desarrollan a sus personajes con destreza; ellos no son seres humanos perfectos pero son maestros consumados. Afortunadamente, la vida no es así porque sería muy aburrida. Nada y nadie es perfecto pero todos debemos buscar la perfeccción en todo sentido; ustedes saben..., lo de siempre: el artista está buscando la obra de arte perfecta. Y en ese afán de mejora y esa disposicion a cuestionarnos e  incomodarnos nos superamos. 

Personalmente, aspiro a ser una buena artista/maestra y a seguir desarrollando mis habilidades para expresarme en la enseñanza.  Además, estoy dispuesta a incomodarme.  Pero, como dice mi marido, una mano no apalude; entonces, aspiro, también, a que mis estudiantes asuman su parte: la de observarme; hacerme saber si los estoy ayudando a creer en sus propias habilidades; comunicarme si comprenden y pueden explicar las razones y logros de lo que hacemos en clase; y la de dejarme saber cómo puedo mejorar el ambiente, en nuestra aula, para empujarlos a asumir la responsabilidad de su aprendizaje. 





[1] La fuente de los datos puntuales y el afiche del film es Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Words_and_Pictures_(film)  (Recuperado: 9/8/2017)

[2] (Words and Pictures está disponible en Netflix)

[3] “Just hung this on my door. A little scary but if I want to grow I have to be willing to be uncomfortable…” (Twitter: Brian Taylor @Brian_Taylor19 (Recuperado: 9/8/2017) Trad. mcc

[4] ”La autoeficacia es un concepto que introdujo Albert Bandura, un psicólogo ucraniano-canadiense que nació en 1925. …” “La autoeficacia, o las creencias en tus habilidades para tratar con las diferentes situaciones que se presentan, juega un rol importante no solamente en la manera de sentirte respecto a un objetivo o tarea, sino que será determinante para conseguir o no las metas en tu vida. El concepto de autoeficacia es un aspecto central en la psicología, ya que enfatiza el rol del aprendizaje observacional, la experiencia social, y el impacto en el desarrollo personal de una persona.” (en Psicología y Mente, “La autoeficacia de Alberto Bandura”: https://psicologiaymente.net/psicologia/autoeficacia-albert-bandura [Recuperado: 9/8/2017])


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