sábado, 30 de diciembre de 2017

Diciembre como mes de la Navidad y Celebraciones.

Este mes, Diciembre, nuestro tema es la Navidad pero vista desde varios ángulos, incluso desde el rito pagano de la celebración en sí de algo. Para todas ha sido un mes complicado, dos mudanzas, temas familiares, pero no quisiera que el año terminara sin al menos una entrega. Vengo trabajando en esta desde hace algunos días, pero recién aquí, lejos de Lima, en Vail, Colorado, he logrado darle forma y aquí va antes de que empiece el 2018.

Para nosotros, en el mundo occidental, Diciembre, es un mes que nos lleva a una fecha que todos queremos pasar en familia, pero también es un mes de sentimientos encontrados. Vemos pobreza, vemos gente que se hace el tiempo para tratar de ayudar a los más necesitados a que pasen un momento de alegría y olviden temporalmente sus vidas. Para mí es un mes que siempre estará asociado a mi familia, aquella en la que nací y la que yo y mi marido formamos: esas tres hijas maravillosas que tenemos el privilegio de tener, que adoramos y que solo nos han dado satisfacciones en la vida. Y por eso esta Navidad será una en que la ausencia de mi mamá se sentirá mucho. Hace muchos años que decía que esa sería su última Navidad, pero uno nunca está preparado para lo que tarde o temprano tiene que pasar, aprender a lidiar con la ausencia a pretender que todo sigue igual, cuando no es así.

Y por eso mismo me vienen dos cuadros radicalmente distintos a la mente. Conocí al pintor flamenco Pieter Brueghel the Elder, (1525-1569) de quien ya he hablado antes, con mis padres. Siempre me gustaron sus cuadros sobrepoblados de personajes que recrean la vida de una aldea campesina flamenca en el siglo XVI. El artista nace en Holanda pero muere en Flandes donde sigue desarrollando su vida artística

Concretamente, en  Censo en Belén (1566) es un cuadro pintado por padre e hijo. Los Brueghel representan no una Natividad, sino los días previos al nacimiento de Jesús en Belén, precisamente porque ahí debían acudir al censo María y José. Siempre me intrigó lo que yo no conocí de niña: un White Christmas, y seguramente por eso tengo grabado en la mente este cuadro. Si bien Brueghel vive en un mundo donde ya el Renacimiento está cambiando la concepción del mundo y éste está dejando de ser teocéntrico para volverse antropocéntrico, su aldea no deja de ser medieval y vemos el quehacer cotidiano de aquella época. Desde luego no es Belén, sino su propio pueblo. Brueghel no es uno de esos pocos artistas que tenían el privilegio de viajar porque su talento era requerido en todas partes, como es el caso de Miguel Angel, Leonardo, Rafael o Bramante durante parte del siglo XV y el XVI. Se dice que un hombre de la Edad Media veía en toda su vida menos  imágenes de las que  ve un niño del siglo XXI en su primer año de nacido. Esto queda manifiesto en este cuadro.

 El tema religioso es una excusa para hablar de algo más, para dejarnos una imagen imperecedera del mundo flamenco que está dejando atrás la Edad Media para mostrar en cuadros como éste, la maestría técnica del artista. La cantidad de personajes que pueblan el cuadro y desarrollan cada uno un oficio diferente no deja de ser asombrosa. A pesar de este hecho las escalas están muy bien logradas, el manejo de la perspectiva que tanto había preocupado a los artistas de la península italiana, también, los rasgos de los personajes no son otra cosa que facciones de gente humilde que no sabe leer ni escribir y para la que los grandes descubrimientos del Renacimiento todavía no afectan sus vidas. Lo que pone en evidencia que el mundo no ha cambiado tanto desde los tiempos de Brueghel hasta hoy. La cultura es un privilegio, como lo es la felicidad. Y la Navidad nos enseña que no hay que tenerlo todo sino dar gracias a Dios por lo que tenemos, por lo que la vida nos ha dado y lo que nos seguirá dando y saber sacarle provecho. Y también que siempre seremos mucho más felices, dando, que recibiendo.

https://en.wikipedia.org/wiki/The_Census_at_Bethlehem#/media/File:Pieter_Bruegel_the_Elder_-_The_Census_at_Bethlehem_-_WGA03379.jpg

La otra imagen  que para mí siempre estará asociada a la Navidad es un fresco, La Procesión de los Reyes Magos (1459-61) de Benozzo Gozzoli (1420-1497).

Es uno de mis espacios favoritos en Florencia, el fresco se encuentra en la capilla privada de los Medici en el Palazzo Medici Riccardi, diseñado por Michelozzo (1396-1472), un discípulo de Bruneleschi (1377-1446) para Cosme de Medici (1389-1434), a quien Florencia a su muerte llamaría Pater Patriae.

https://en.wikipedia.org/wiki/Magi_Chapel

El tema del fresco es, en realidad, una excusa para que los que tenían acceso a la capilla pudieran ver reflejado el poder de los Medici. Es un encargo de Piero de Medici (1416-1469) al pintor florentino Benozzo Gozzoli. Desde niña se quedó grabada en mi mente la opinión de mi papá sobre  los que él llamaba los cuatro grandes del Quattrocento. Para él eran:  Masaccio, un genio de la perspectiva que según Giorgio Vasari (1511-1574), pintor, escultor, arquitecto y biógrafo, murió a los veintisiete años, envenenado y lleno de deudas, después de haber reinventado el punto de fuga en su Trinità (1424) en Santa Maria Novella y haber decorado la Capilla Brancacci en la Iglesia de Santa Maria del Carmine, con un ciclo de frescos sobre la vida de San Pedro, que no llegó a terminar y que, siglos más tarde seguirían deslumbrando a quien los veía. Los otros elegidos de mi papá,  eran Uccello (1397-1475), Benozzo Gozzoli y Piero della Francesca (1416-1492). Todos ellos obsesionados con la perspectiva que había comenzado a enseñarse científicamente en los talleres solo a partir de 1435 en que el humanista  y, posteriormente arquitecto, Leon Battista Alberti (1404-1472), publica su libro Della Pittura  y lo dedica a los que él consideraba los genios de la perspectiva: Brunelleschi , Ghiberti (1378-1455), Donatello (1386-1466), Luca della Robbia  (1400-1482) y al ya muerto pintor Masaccio (1401-1428).

La procesión de Benozzo Gozzoli que llega a adorar a la Virgen de Filipo Lippi (1406-1469) que, por circunstancias de la vida, está ahora en Berlín y lo que vemos en la capilla es una réplica, está inspirada en La Adoración de los Magos de Gentile da Fabriano de 1423.

El que encarga el fresco es Piero de Medici hacia 1459. Cosme viviría todavía hasta 1464. Si bien los tres reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar se encaminan hacia donde se encuentran la Virgen y el niño, en realidad el tema es la excusa para conmemorar un acontecimiento que había permitido consolidar el poder de los Medici. En 1439, aprovechando la presencia del papa Pio II en Florencia, Cosme de Medici decide organizar el Concilio de las dos iglesias, la Católica y la Ortodoxa. Al evento asiste el emperador del Imperio Romano de Oriente, Juan VIII  Paleologus, y aparece representado el recientemente muerto,    Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Segismundo de Luxemburgo.  Está también el patriarca de Constantinopla, que muere durante el concilio, entre otros genios venidos de Constantinopla temiendo ya la invasión turca que acabaría con el imperio de Oriente en 1453. Lorenzo de Medici tenía diez años cuando se comienza a pintar el fresco, pero ya su padre lo había enviado en muchas misiones diplomáticas, hablaba griego y latín  y había sido educado como un humanista.  Se piensa que el mago más joven, Gaspar es una imagen idealizada de Lorenzo de Medici, estratégicamente ubicado entre el Emperador de Oriente y el de Occdiente. El mago Baltazar, tiene los rasgos del Emperador Juan VIII Paleologus (1392-1448) y el Mago Melchor los del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Segismundo de Luxemburgo.

 Estos hechos, convierten al fresco y a la capilla en un lugar donde se reúnen la historia y el arte. Para mí seguirá siendo de los espacios más mágicos de Florencia que despiertan en mí una nostalgia enorme por mis padres.

Lo que buscaba Cosme, era enseñar, orgulloso, la Cupula de Brunelleschi, recién terminada en 1436. Desde luego, los reyes magos no llegan a Belén, sino a Florencia y el fresco permite apreciar desde las colinas toscanas hasta la vestimenta y moda de la época. Si es una Natividad, a la manera de los Medici y probablemente, para mí, la mejor de todas las que puedan existir, porque es un lugar donde se vive la historia y el pasado que hizo que los Medici convirtieran a Florencia en la cuna del Renacimiento. 

Y así, a punto de cerrar el 2017 los dejo con mis amigos Medici en mi ciudad favorita, Florencia, deseando que para todos el 2018 sea un año lleno de éxitos y bendiciones.



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