Este mes nos toca hablar de brujas. Originalmente tenía previsto hacer una
relación entre el rito de Brujas que se narra al inicio de Macbeth y el Aquelarre
de Goya. Sin embargo, las circunstancias de mi
vida personal han cambiado, de una manera para la que no estaba
preparada y me resulta imposible alejar mis sentimientos de lo que tengo la
oportunidad para reflexionar en estas líneas.
Francisco de Goya y Lucientes
Aquelarre (1798)
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Macbeth es para mí una de las obras más
formidables del escritor barroco inglés William Shakespeare (1526-1616). Tuve
la oportunidad de estudiarla a fondo al ser una de las lecturas obligatorias
para los exámenes internacionales de Inglaterra que se daban en mi colegio. William
Shakespeare trabajó durante el período de dos reyes, la reina Isabel I y el rey
James I de Inglaterra. James, hijo de Mary Queen of Scots, prima de la reina pero
hecha prisionera y ejecutada por no querer renunciar al catolicismo. El reinado
de su hijo no tuvo la paz y el sosiego del que había gozado el de la reina Isabel I. Al no haber herederos,
James es elegido rey, pero no con la aceptación de todo el reino. Insisto en
este contexto porque es determinante para la producción de Shakespeare, que de
hacer comedias y obras sin mayores complicaciones dramáticas, entra en una etapa
más oscura y compleja, producto de los tiempos turbulentos que vive, durante el
reinado de James I. De este período son
precisamente Macbeth y Hamlet, que tratan respectivamente
los temas de la ambición, la culpa y la locura.
La primera escena de Macbeth, un ambicioso general
escocés, es una en la que aparecen tres
brujas que le anuncian que será rey de Escocia. Toda la obra trata el tema de
la ambición y el remordimiento. Macbeth
mata cobardemente al rey y a la reina para ser elegido el nuevo rey de
Escocia. Lady Macbeth se vuelve loca y no hace otra cosa que lavarse las manos
para borrar el arrepentimiento y el remordimiento. La obra, recrea muy bien el
tema de la ambición desde una manera filosófica.
Decidí abandonar la relación que buscaba
establecer entre las brujas shakespearianas
y El Aquelarre y Goya por mis
circunstancias personales.
La vida cambia en un segundo y hace una semana la
muerte me arrebató a mi madre, sin avisarme, sin pedirme permiso, violentamente, en un trágico accidente. Solo el trabajo intelectual me aleja de esa profunda
tristeza y de esa ausencia y de ese vacío que deja, imposible de llenar. Y es por esto
que cambié abruptamente de tema. Y elegí a una hechicera que me hace recordar a
mi infancia y a mi madre, por la inmediata curiosidad que despertó en mí este
personaje del que ella me hablaba : Circe.
John William Waterhouse
Circe Offering the Cup to Odysseus (1891)
Wikipedia 300 x 490
John William Waterhouse
Circe Invidiosa (1892)
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Mi madre me inculcó mi pasión por la mitología,
pasión que no me ha dejado sino que me sigue acompañando desde niña y que yo a
mi vez he transmitido a mis hijas como el legado que ella me dejó y que trato
de contagiar a mis estudiantes. Todas las noches me leía una parte de una
versión adaptada De La Odisea para niños, desde que tenía tres años, además de
muchos mitos distintos cada vez. Estas noches duraron muchos años, los mitos nunca
terminaban y el suspenso quedaba y ese era nuestro bond intenso, el amor por la
mitología que posteriormente se extendería a la literatura y al arte. Ella y mi
padre compartían esa pasión por la lectura y la cultura. Se me quedó grabado el recuerdo de Circe entre
las muchas mujeres que detienen a Odiseo
en su regreso a su ansiada Itaca y le
impiden llegar a ver a su adorada esposa
Penelope que se ha quedado esperándolo tejiendo y destejiendo el mismo telar
con la excusa que solo buscaría pretendiente si tenía la certeza de la muerte
de su marido. Una prueba más de cómo los valores de la cultura occidental provienen del mundo greco latino y no han perdido vigencia.
En su largo periplo hacia Itaca, según relata Homero en La Odisea (S. VIII
A.C) Odiseo, Ulises para los romanos, llega a la isla de Aeaea que escritores de
la antigüedad ubican en distintos lugares. Se piensa que debió quedar en la
actual Italia, en el monte Circeo en la región de Lazio. Al mando de Eurylochus, Odiseo envía a sus hombres a explorar la isla. Llegan a un
palacio donde son recibidos por Circe que los invita a un gran banquete.
Eurylochus es testigo, de como, luego de la cena, Circe toca a los invitados con la
varita magíca, al estilo Harry Potter, y los convierte en cerdos, perros,
leones y envía a los establos. Al Odiseo
enterarse de esto mientras piensa como recuperar a sus hombres se encuentra con
el Dios Hermes que le da una planta mágica que debía poner en la bebida que
Circe le ofreciera y evitar así sufrir el destino de sus acompañantes. Al ver que su magic wand no surtía efecto sobre Odiseo, Circe ofrece devolver a
cada uno de sus hombres a su forma humana e invita a Odiseo a quedarse. Según
algunas fuentes pasó hasta un año con ella y tuvo a dos hijos fruto de su unión.
La Odisea está llena de personajes como Circe, las
sirenas, que son también una variante de las brujas, cuyo canto irresistible
hacía a los hombres arrojarse a sus
aguas pero Ulises sobrepasa la prueba atándose a un mástil y poniendo cera en
los oídos de sus hombres; la monstruosa Scyla transformada por despecho por la propia Circe en una mujer con un anillo conformado por la cabeza de seis perros que devoraban a todo el que pasaba por el estrecho de Mesina donde esta criatura marina se encontraba. Ovidio relata como Glauco enamorado de Scyla, la pierde irremediablemente cuando, celosa del amor de Glauco, Circe la convierte en esta criatura marina temida por todos los navegantes.
Esa fue mi infancia, una poblada de mitología.
Todas las noches leíamos unas páginas y yo pedía más, pero quedaban pendientes
para el día siguiente. Tengo ese recuerdo de mi madre, entre muchísimos más que
me ayudarán a vivir de la nostalgia. Y
eso mismo que hice yo con mis hijas, Valeria a los dos años y medio ya contaba cómo
todos los griegos se habían metido en la barriga del caballo y luego salido a
pelear con los troyanos. Lo estoy haciendo ahora con mis nietos. Por ahora solo
Sebastián me habla de Polifemo, Odiseo, el caballo de Troya, Circe, y a sus
cinco años tiene una curiosidad por saber más y más porque la mitología con sus
versiones diferentes de cada mito es y seguirá siendo fascinante. Espero
contagiar y despertar ese mismo interés en mis nietos más chiquitos y que así permanezca vivo para siempre con
nosotros el recuerdo de mi mami que tanta falta me hace y a cuya ausencia me va
a costar acostumbrarme.
Y creo, que en otra dimensión mis alumnos saben
que puedo dar mejores explicaciones cuando se trata de un mito que de una historia
bíblica porque no conozco tan bien el antiguo testamento.
En cuanto a Waterhouse, es un pintor inglés del
siglo XIX no demasiado conocido, que tardíamente sigue los postulados de la
Hermandad Pre-Rafaelita, una cofradía de pintores más que un movimiento,
liderada por Gabriel Rossetti que propiciaba recuperar el arte anterior a Rafael. Fundado en Londres en 1848, este
grupo pequeño, de artistas, originalmente solo tres, buscaba regresar a la
simplicidad del arte del siglo XV y marcar su distancia con el arte que se
producía en ese momento, la era victoriana, al que consideraban frívolo y
superficial. Es por eso que sus temas eran fundamentalmente religiosos y de
alguna manera románticos, acercándolos a una interpretación particular de lo
que sería el movimiento Romántico del
cual Goya había sido pionero en España y que se había iniciado en Francia en
pintura con La Balsa de la Medusa (1819) de Theodore Gericault (1791-1824) un
cuadro de enorme formato, el en que por primera vez se habla de la
vulnerabilidad del ser humano frente a la fuerza incontrolable de la
naturaleza. Su trascendencia sería de tal magnitud que se extendería a la
música, la literatura y en la pintura inglesa y alemana también al paisaje como
un estado de ánimo. Siempre he pensado
que los Pre-Rafaelitas, en su búsqueda de evasión de la realidad, a pesar de
que el Romanticismo también habla del mundo moderno, en encontrar la verdad
dentro de uno mismo y darle trascendencia a lo subjetivo, frente a lo objetivo,
de alguna manera también podrían ser una suerte de románticos insatisfechos,
buscando una verdad que no era fácil de encontrar y un abismo que los iluminara
en su propia vida.
A su manera Waterhouse imita su estilo, cuando ya
el movimiento se había desintegrado, y en la década de los 80 se dedica a pintar mucho sobre la
literatura greco-latina, y, por supuesto, en su repertorio, no podía faltar
Circe, la hechicera con la que mi mami despertó mi pasión por la mitología
greco-latina.
Muy buena información acerca de John William Waterhouse, porque nos muestra la información de una forma interesante ya que habla también de su vida en el arte y lo que significa para sus hijos, con la mira de seguir inculcando el arte a sus nietos. Importante información sobre Waterhouse que es un pintor ingles del siglo XIX no tan conocido que tardíamente sigue los postulos de la hermandad, que fue una cofradia de pintores liderada por Gabriel Rossetti con el interes fundamental de recuperar el arte.
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