jueves, 22 de febrero de 2018

Los Niños en la Grecia Helenística

El tema de este mes es niños. El infierno nos dejó agotadas, los niños nos levantan el ánimo.

Ya Marissa nos habló de los niños vistos por los maestros del Renacimiento. Desde la Cantoria de Donatello hasta la de Luca della Robbia y aludió a los niños de los cuadros de Filippo Lippi, que si bien aparecen en cuadros de motivos  religiosos, tienen una gracia particular, una cosa lúdica que probablemente tengan que ver con el hecho que había dejado de ser fraile, para casarse con la monja Lucrezia Butti. En realidad, su madre, al enviudar de un carnicero lo deja en el convento de los Carmelitas porque no tiene cómo mantenerlo. Ahí tiene la fortuna de conocer a uno de los pintores más trascendentes del Renacimiento y de los pioneros de la perspectiva, Masaccio (1401-1428) que vive solo veintisiete años y, según relata Giorgio Vasari , muere envenenado y lleno de deudas.

Cristina nos habló a partir de un cuadro de Pieter Brueghel de la diferencia entre game y play

Yo me quiero remontar al mundo pagano y, por supuesto a una de mis grandes pasiones que es la mitología greco-latina. El período clásico de la cultura griega (siglos V y IV A.C) es uno de esplendor cultural de tal magnitud que solo podría compararse con el renacer de esa misma cultura, el Renacimiento,  que comienza a gestarse en Florencia hacia el siglo XIV y se cristaliza en el XV.

 Es  la era del desarrollo de la filosofía, donde la polis Atenas cuyo estratega es Pericles  (c. 494-429 A.C) se convierte en un centro de renovación cultural y arquitectónico  sin precedentes. Es el período donde se desarrolla la tragedia, que es la lucha inevitable del hombre contra el destino que es siempre injusto e irreversible. Es la época en que Pericles encarga a Fidias, Calicrates e Ictinus  la construcción del templo más perfecto, el Partenón (447-432 A.C) dedicado a la Diosa Atenea en el Acropolis, el monte sagrado que tenían todas las ciudades-estado (polis) griegas. Y es también la época en que el escultor Policleto desarrolla con su Doriforos (450-440 A.C) el canon de belleza griega y el dominio de la técnica perfecta  y el equilibrio.  Y precisamente por eso, en el arte clásico, donde se aspira a la perfección idealizada los niños y los ancianos no aparecen.

Quizás la única excepción sea la escultura de un admirador  de Fidias, Praxiteles, Hermes con el Infante Dionisio en hombros (c.330 A.C).

Praxiteles c.330 A.C
Lo maravilloso de la mitología clásica es que siempre hay varias versiones que se contradicen, pero recurro a la más popular sobre  Dionisio, Baco para los romanos y Dios del vino,  a quien se  conoce como el nacido dos veces. Robert Graves y Pierre Grimal, para mí los dos mejores intérpretes de la mitología clásica coinciden en que Zeus deja encinta a Semele, una mortal. Cuando su amante se presenta orgulloso de toda su fuerza, convertido en forma de rayo, sin darse cuenta la fulmina.  Zeus, entonces, rescata al niño que tiene seis meses de gestación del vientre de su madre y lo cose a su propio muslo de donde nacería tres meses más tarde. Zeus  encarga el cuidado del niño a su hijo Hermes, quien a su vez evitaría la furia de la diosa Hera que se encargará de hacer que Dionisio sea un Dios errante por mucho tiempo y pase muchas aventuras dolorosas antes de descubrir el vino y compartirlo con los hombres en las Bacanales. Pero Dionisio es también un Dios muy creativo, es el Dios de las orgías, de la intoxicación,  es en honor a él que surge el festival de la tragedia en el siglo V A.C.

Un filósofo amigo mío,  maneja una versión de Dionisio cuya fuente ignoro, pero que no deja de ser mágica. Según relata Victor Krebs, Zeus decide mandar a Dionisio donde los titanes para darles algo de humanidad. Los titanes lo que hacen es descuartizarlo. Zeus lo reconstruye pero pulveriza a los titanes con su rayo y de esas cenizas sale la raza humana, por eso tendríamos algo de titánico en nuestro ser. Los titanes renacerían por ser inmortales pero sus cenizas serían ya parte nuestra. 

El período clásico llega a su término cuando comienza el helenístico (323 A.C- 145 A.C)  que se inicia con la muerte de Alejandro Magno y termina con la toma de Corinto por los romanos. El arte helenístico ya no busca el equilibrio perfecto al que aspiraba el arte clásico. Es un arte voluptuoso, recargado donde aparecen con mayor fuerza expresiva los sentimientos de los personajes esculpidos. Y, en este período sí se hacen esculturas de niños y ancianos. A mí me gustan particularmente dos en las que aparecen niños.

Una de ellas es el Eros Dormido, Cupido para los Romanos, una pieza en bronce del período helenístico que intriga porque vemos a Eros desarmado, sin el arco con flechas rojas para inspirar pasión y negras para inspirar amores indignos con los que se le suele representar. A pesar de que se le atribuyen diversos orígenes, la versión más aceptada es la que sostiene que es hijo del amor clandestino de Ares , el Dios de la guerra y Afrodita, la diosa de la belleza y patrona de las prostitutas, casada con Hefesto el Dios orfebre que vivía en el Tartaro. Se le representa como un niño con alas y su misión es perturbar la vida de los hombres con las flechas que dispara. Sin embargo, Eros también es capaz de enamorarse y ese mito narra su historia de amor con Psyche, a ocultas de su madre que daría también lugar a esculturas de un Eros adulto, cuyo mejor intérprete para mí será el escultor neo clásico del siglo XVIII, Antonio  Canova.


Sleeping Cupid
El tema de Cupido dormido y alado parece haber sido el de una escultura de Miguel Angel ahora perdida pero que será la causa de su llegada a Roma cuando el cardenal Riario que la había comprado se da cuenta que no es una escultura romana sino una que pretende serlo hecha por el joven Miguel Angel que aún  no había cumplido veinte años. Haría otra representación de Cupido, también perdida, durante sus primer año  en Roma, supuestamente vendida a quien sería uno de sus amigos y comitentes más importantes, el banquero Jacopo Galli, quien también tendría la escultura de Baco ebrio que el cardenal Riario parece haber rechazado, ahora en el Museo del Bargello en Florencia.

La otra escultura helenística en la que vemos a un niño sonriente realizando una acción cruel, otro extremo de la vida, es El Niño Estrangulando a un Ganzo. La dulzura del ganzo se contradice con el acto que el niño travieso está cometiendo, pero uno no puede dejar de mirarla y comprender que se trata de una obra maestra.

https://www.pinterest.com/pin/532269249689804985/


A mi no puede dejar de evocarme aunque es probable que Verrocchio no la haya visto jamás, al Putto col Delfino (c. 1470) de Andrea del Verrocchio uno de los grandes escultores del Quattrocento y maestro de Leonardo entre otros artistas.

https://it.wikipedia.org/wiki/Putto_con_delfino#/media/File:Putto_col_delfino_di_verrocchio_02.JPG

Hoy en el Palazzo della Signoria en Florencia sobre una fuente de agua. La ternura que emana este querubín, es equivalente a la de otros niños del Renacimiento  y nos invita a la experiencia mágica que es recorrer el Palazzo della Signoria, también llamado Palazzo Vecchio cuando lo ocupan los Medici.

Habrán otras esculturas helenísticas de niños como el que se saca una espina y sin duda muchas otras más en en Renacimiento e incluso en el Barroco. Si pensamos en temas no paganos, quizás Murillo sea el artista que los representa con más frecuencia. 

La realidad no siempre coincide con la fantasía, pero el tratamiento de los niños tanto en el arte helenístico como en el Renacimiento es una invitación a disfrutar de solo la experiencia de ver la dulzura sino también  la destreza  y genialidad técnica combinadas. 

Referencias
Grimal, Pierre. The Dictionary of Classical Mythology. Malden, Massacussets:  Blackwell Publishers, 200.
Gombrich, E.H. The Story of Art. London: Phaidon Press Limited, 1997.

1 comentario:

  1. No habría mejor manera de escribir un post como este ,lleno de tanta pasión y conocimiento. Mi perspectiva cambio totalmente .Buen post.

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