miércoles, 2 de mayo de 2018

La importancia del capricho

"The sunlight did not know what it was before it hit a wall." - Louis Kahn
"It only remains to decide whether (...) life, admittedly not dedicated to the glorification (...) of the famous ‘functionalism’, (...) can but touch unknown beings along its path, by the means that one commonly calls ‘art’." - Le Corbusier

Década de 1950. Charles-Édouard Jeanerret, con cierta fatiga, sube la colina donde pocos años después se inaugurará una de sus mejores obras arquitectónicas: Notre Dame du Haut, también conocida como la Capilla Ronchamp.

Lejos estaban, felizmente, los días de los cinco puntos. Y lejos también, la actitud invencible, casi heróica, de los padres de la modernidad, quienes creyeron ser los salvadores del mundo. Le Corbusier, ya maduro, escribe poco, lo cual es una pena. Son estas ideas mucho más interesantes y profundas, producto de observar la vida y, finalmente, entender que la esencia de esta es la complejidad de la que hablaría Venturi unos cuantos años más tarde.

En lugar de frases emocionadas, el arquitecto nos entrega un espacio que puede resumirse como una oda a la luz.

No es la luz calculada de las ventanas que proponía Adolf Loos a principios de siglo (Casa Steiner 1910, Casa Müller 1930), ni la luz funcional de la ventana horizontal (Ville Savoye, 1929). Y, felizmente, tampoco ese injustificable exceso de luz al que muchos edificios contemporáneos de muro cortina nos tienen acostumbrados.

Tampoco es la luz de su célebre frase "La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz."

En Ronchamp, el volúmen no está bajo la luz sino alrededor, y se vuelve un dador de posibilidades, un contenedor que busca desaparecer para permitirnos apreciar esa luz. En ese sentido, se trata de una obra manifiesto, hecha para demostrar nuevas ideas y expandir los límites de lo que la arquitectura puede hacer y transmitir.

(www.inexhibit.com)
El muro sur es completamente funcional, pero no racionalista. Su razón de ser no tiene que ver con un conteo de metros cuadrados, y no es una "máquina" para nada. El espesor, de más de un metro en algunas partes, tiene como objetivo rendir tributo a la luz: invitarla a entrar, ofrecerle posibilidades, lucirla, colorearla. Esconde, además, una estructura, tal vez el único rezago de los pilotis, sutil y ligera que permite la ilusión de un techo flotante. Nuevamente, la distancia entre muro y techo permite que la luz entre, casi como si tuviera la capacidad de sostener el peso de la cobertura.


(www.inexhibit.com)

(www.inexhibit.com)
Las tres torres invitan a la luz de un modo distinto. La textura de los muros y la colocación de las ventanas convierten a las pequeñas capillas en fuentes de luz, y atraen a los visitantes con sutileza. 

(www.inexhibit.com)
A pesar de la forma, aparentemente caprichosa, en la volumetría de Ronchamp, este es uno de los pocos proyectos en los que la arquitectura sí parece estar al servicio de algo mucho mayor y más trascendente. Las emociones humanas, la capacidad de evocar, el silencio y la luz son la razón de ser del proyecto, y es con la humildad de éste, que se logra poner relieve a lo trascendente.

"The unexpected novelty of the Ronchamp chapel disconcerted admirers loyal to his earlier aesthetic. Others wondered how a religious unbeliever could create a Roman Catholic monument. Perhaps the answer lies in the fact that Le Corbusier had never given himself over entirely to rationalism, but retained an intuitive, even mystical component. His creativity, he felt, flowed from the dialectical interaction of rationality and intuition." (Dynes, 2006, p. 93)
Es una lástima que éste no sea el Le Corbusier más conocido, y que una y otra vez se continue citando un conjunto de propuestas simplistas que han sido replicadas ad nauseam, con resultados frecuentemente mediocres, durante el siglo XX.

La verdadera genialidad de la reinvención y del aprendizaje se ve en la obra tardía del arquitecto de la que, creo, este es el mejor ejemplo. La arquitectura es, finalmente eso, el pretexto para evocar y sentir, y permitir al ser humano funcionar, no como una máquina, sino como un ser complejo, un ser de luz.


Referencias:

Bianchini, R. (2017) "Notre Dame du Haut Chapel by Le Corbusier - Ronchamp". En: Inexhibit. https://www.inexhibit.com/mymuseum/notre-dame-du-haut-le-corbusier-ronchamp-chapel/
Dynes, W. R. (2006) "Medievalism and Le Corbusier". Gesta, Vol. 45, No. 2. pp. 89-94.

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En este mes de mayo, escribiremos sobre la luz. El tema lo hemos elegido pensando en José Marteleira, y a él y a su familia dedicamos las entradas sobre el tema. Nuestro pensamiento y corazón están con ellos.

1 comentario:

  1. Me parecería interesante analizar el papel protagónico del contexto de Ronchamp en la obra de Le Corbusier; si bien el post comienza por indicarnos que Charles Édouard Jeanneret fue quien en los años 50 subió por las colinas de Ronchamp, debemos respetar que Jeanneret adoptó el pseudónimo de Le Corbusier llegados los años 20s antes de nacionalizarse Francés (años 30).

    Sin ser una experta en Le Corbusier me atrevería a decir que en esta obra en particular la luz es consecuencia del contexto histórico, pues el autor tras dos guerras mundiales nos plantea una capilla de Notre Dame du Haut como una reivindicación de todos los centros religiosos destruidos en Francia; la luz en la capilla de Notre Dame du Haut no es sólo una innovación arquitectónica, representa el sentimiento de "luminosidad" que se quizo trasladar hacia los aldeanos de Ronchamp y quienes peregrinaran a la zona. La luz más allá de ser funcional es "metafísicamente funcional" en todo lo que busca transmitir el autor hacia el espectador a través de la innovación con los juegos de luz. Son este tipo de edificaciones más sencillas pero poderosas las que ponen a Le Corbusier como precursor del Brutalismo.

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