viernes, 25 de agosto de 2017

El Placer de Vivir en el siglo XVI

Peasant Wedding

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1568





The Harvesters
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1565

El tema de este mes es el ocio, o il dolce far niente, como dirían los italianos. He pensado mucho en cómo el arte puede relacionarse al ocio. Marissa, Cristina y Liz lo han hecho muy bien y espero ahora estar a su altura.

Yo he elegido remontarme en el tiempo y hablar de Pieter Brueghel the Elder (c. 1525/30-1569) un pintor flamenco del siglo XVI.
Conocido por sus pinturas de escenas cotidianas en un mundo que si bien está orientado al Renacimiento y todo el despertar del mundo clásico, Brueghel parece haber elegido quedarse en la Edad Media.
La mayor parte de sus pinturas son sobre la vida campesina en una época  en la  que la Reforma de Lutero ha causado una escisión muy profunda en el mundo compacto del catolicismo.

La Cosecha que representa el mes de Agosto en un ciclo de cuadros de meses del año, de 1565 y Boda Campesina de 1568, un año antes de su muerte de alguna manera  se relacionan. Ambos recrean un mundo medieval, campesino que revela que la gente de aquel entonces también sabe divertirse y relajarse. Boda Campesina es un cuadro que ha sido tomado incluso por la Coca Cola como referente del placer, del disfrutar de la vida, olvidándose temporalmente de la dura faena de campo para descansar y pasarla bien.
Para mí, al margen de ser un cuadro que evoca lo que sería Le Bonheur  de Vivre, como llamó Matisse a su cuadro  (1905-1906), tiene muchas reminiscencias personales.

Este cuadro fue mi compañero mucho tiempo en mi mini estudio en el dorm donde viví mientras estudiaba en NYU. Tenía el afiche frente a la cama y lo miraba todos los días y siempre me preguntaba, qué comerían, como sería la vida en ese tiempo, qué música estarían tocando, cómo se divertirían, qué bailarían.  Es una imagen que recrea el placer y me intriga más porque Pieter Brueghel the Elder era capaz también de hacer cuadros aterradores y visionarios, en los que revela abiertamente la profunda  huella que uno de los pintores más trascendentes de todos los tiempos, Heronymus Bosch (El Bosco)
(C. 1450-1526) ha dejado en él.

Cuadros como La Torre de Babel (1563) o Los Proverbios Flamencos (1559) entre otros, revelan que también puede ser, como El Bosco, un pintor visionario,  en un mundo de cambios, herejía, alquimia, fe, moral y como aglutinante de todo, la religión.  Y ese pintor visionario también sabe recrear la vida cotidiana, tanto así que lo consideraban un campesino, cuando no lo era. Y su mensaje queda claro, en el mundo en que a él le tocó vivir, en una sociedad tan estratificada, el pobre y el rico tienen derecho a divertirse, a distraerse y a olvidarse y dejar atrás la angustia, las preocupaciones, para gozar también de lo bueno que da la vida. 

También es un cuadro que me llena de nostalgia. Uno de los profesores más brillantes que tuve en NYU, decía que la nostalgia era como una esperanza al revés, proyectada hacia el pasado. Y este cuadro está lleno de nostalgia. Para este profesor, tuve que hacer un trabajo sobre El Bosco, de profunda investigación, ubicar en Microfilm  un texto del siglo XV, pelear por sacarme A. Y, como siempre, cuando se trata de Europa, me recuerda a mis padres, con quienes fui por primera vez al Kunsthistorisches Museum de Viena dodne vive este cuadro y me quedé sorprendida de la cantidad de Brueghels y Boscos que tenían.  Creo que dada la cercanía a Amberes, era natural.

Termino con un epigrama  de Fernández de Moratín (1737-1780) que siempre me recitaba  mi padre, y vuelve la nostalgia de su ausencia:

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un 
fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».


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