viernes, 18 de agosto de 2017

Los pequeños placeres

Le déjeuner des canotiers (El almuerzo de los remeros), pintado por Pierre-Auguste Renoir entre 1880 y 1881 es uno de esos cuadros impresionistas que, a través de la imperfección y el trazo rápido, busca llevarnos más allá que lo que simplemente vemos.

By Pierre-Auguste Renoir (1.3 x 1.73 m)
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=23598834
De la rigidez que a veces nos da el realismo, los impresionistas se alejan. A cambio nos ofrecen imperfección, ruido, desorden, y quizás una vida más humana. Los remeros y sus acompañantes están contentos. Relajados en la pausa tras medio día de trabajo. El cuadro nos permite evocar el ruido de la conversación, las risas, el tintineo de vasos y cubiertos. Incluso, con un poco de imaginación, el olor de la comida.

No es la primera vez que Renoir se aventura en tratar de transmitir la alegría de las pequeñas cosas. Los pequeños placeres en el ocio.

En Bal du moulin de la Galette (1876), es la luz la que cobra protagonismo, en su paso a través de las hojas y ramas de árboles que no vemos. Hay música y movimiento, nuevamente risas y baile.

By Pierre-Auguste Renoir (1.31 x 1.75 m)
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=34130666
El arte de fines del siglo XIX se conecta con lo cotidiano a través no sólo de estos temas, con los que cualquiera puede relacionarse. Busca, además, el ángulo improbable. Ese que nos coloca exactamente al medio de la situación. No estamos frente a la opción de simplemente a observar cómo otros se divierten, sino a ser parte del momento de ocio: Renoir nos invita a divertirnos, nosotros también.

Regresando al Almuerzo de los remeros, la película Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (2001), dirigida por Jean-Pierre Jeunet hace de este cuadro un personaje más. Monsieur Dufayel, obsesionado por repetirlo una y otra vez, se lo describe a Amélie.
"Es 'El almuerzo de los remeros'. De Renoir. He pintado uno cada año, por los último 20 años. La parte más difícil son las miradas. A veces tengo la impresión que cambiaron su aspecto deliberadamente a mis espaldas."
"Se ven muy felices."
"¡Deberían estarlo! Este año, están comiendo liebre con champignones negros y sorbetes con mermelada para los niños." 
Le fabuleux destin d'Amélie Poulain. Jean-Pierre Jeunet. 29'20''
Son esas pequeñas cosas: el almuerzo, el postre, las que para Dufayel hacen que sea un momento en el que la felicidad es un deber. En el arte, son también pequeños detalles: la pincelada, la imperfección, los que logran trasladarnos a un mundo sumamente humano y alegre.

Hay, sin embargo, una lectura adicional. Los personajes de Almuerzo de los remeros parecen venir de diferentes lugares, pertenecer a diferentes grupos sociales. Poco a poco, la rígida sociedad europea del siglo XIX va dando paso a nuevos personajes, a una burguesía más flexible, que permite interacciones de gentes muy distintas. A través del hecho cotidiano de almorzar en un lugar público, esta nueva posibilidad se presenta de un modo natural, acompañando los ritmos tan cambiantes de la época.

Tal vez sea a través del ocio, del tiempo libre, que estas interacciones puedan producirse. El diálogo no es forzado. Todos necesitamos vacaciones.

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